The Game, el juego de la vida
Campo de Lipa, Bihać, Bosnia. Fotografía: Vanja Stokić
Los juegos son una manera de sonreír, de compartir, de olvidar, de vivir. Pero sólo sobre el papel. Hay quién juega con los sentimientos, con las personas, con el miedo. Hay quién juega a derramar su cuerpo en otro por las noches en la cama y hay quien juega a apagar la luz cerrando los ojos. Tampoco se ha jugado siempre de la misma manera, ni en los mismos sitios. Mientras manos temblorosas hacían girar una botella en el medio de un círculo formado por labios nerviosos, otros jugaban a no escuchar lo que tenían que decirse a sí mismos. A gritos, en silencio. En la calle dando patadas a un balón, en un sótano bajo la lumbre jugando al Rat-A-Tat-Tat. Hay quienes viven la vida como un juego y, hay quien se juega la vida en su camino.
Existen juegos populares como el ajedrez y otros no tanto como sobrevivir, aunque esté más extendido. A pesar de su desconocimiento, The Game, lleva existiendo varios años, y podría erigirse como una versión real de the Hunger Games. Pero no se proyecta en el cine, sino en las retinas de aquellos que miran a la Unión Europea desde fuera.
Azra Velagić, de Sarajevo, es activista por los derechos y el bienestar de los migrantes que llegan a Bosnia Es la última parada antes de intentar entrar en la UE. Lleva muchos años ayudando a los migrantes de una manera desinteresada. Una conversación con ella es una lección impagable de años de conflicto, donde la procedencia de las personas que llegan ha ido cambiando con las circunstancias. «Con la llegada masiva de los campos en Grecia, ahora son personas de Marruecos, Pakistán, Argelia y Afganistán principalmente. También hay muchos migrantes de países africanos como Somalia, Nigeria y Togo. En su mayoría hay más hombres, pero hay un número significativo de familias enteras con niños. Al comienzo de mi trabajo con los refugiados hace 4 años, y aquí no me refiero a la diáspora de los refugiados sirios de hace 8 o 9 años, la mayoría de ellos eran de Oriente Medio». Así pues, la sombra de Siria e Irán es alargada y no cesa el goteo de personas desplazadas por conflictos armados. «Recientemente, la mayoría de la gente de Irán viene a los Balcanes con facilidad porque tienen un régimen sin visa con Serbia. Vienen a Belgrado en avión, y con la ayuda de la policía serbia, se mudan a Bosnia. En su mayoría son familias enteras». Europa no es sólo sueño de unos pocos, y curiosamente intentan entrar a la UE por el país que más recientemente ha sangrado por la guerra. Pero no se trata sólo de armas, también escapan por discriminación cultural, religiosa y acoso, colaborando con el genocidio:«También está aumentando el número de musulmanes uigures de China que estaban en Turquía. Desafortunadamente, las autoridades los deporta de inmediato nuevamente a Turquía, desde donde los deportan de nuevo a China, y sabemos cuál es la situación allí. Los llevan a los campos de concentración», explica.
Durante los años noventa, una buena parte de la población de Bosnia fue la que tuvo que refugiarse a consecuencia de la guerra. La migración es un hecho históricamente reciente y que, de una manera comprensible, todavía no ha sido olvidada. La diáspora bosnia llevó a familias enteras (aparte de a Croacia y Serbia), a Suecia, Alemania, Austria, Estados Unidos y Australia principalmente. Muchos de ellos nunca volvieron para instalarse de nuevo en Bosnia de manera definitiva. Por ello, la empatía juega aquí un papel clave. «Al comienzo de la llegada de los migrantes, especialmente en Bihać y Velika Kladuša, los ciudadanos los ayudaron desinteresadamente». Sin embargo, en un país inestable, con demasiados puntos de vista diferentes y una sociedad quebrada por la guerra, pronto comenzaron a surgir los problemas como cuenta Azra: «También, muchos delincuentes de Bosnia y diversas corrientes políticas, de las que abundan en el país, se aprovechan de la estancia de los migrantes. Se hicieron demasiado ruidosos, se organizaron en algunos grupos fascistas y escribieron mentiras sobre los migrantes a través de varios portales de Facebook. Es lamentable que algunas corrientes políticas quieran utilizar esto para sus puntos políticos. Pero la gente sigue ayudando». La opinión de Azra concuerda con la de Vanja Stokić, que además de directora y editora jefe del portal periodístico eTrafika, una de las voces más reconocidas en asuntos pro derechos humanos, anticorrupción y LGTBI en el este de Europa. «Los migrantes están aquí por las circunstancias, no por placer. Hay diferencia de opiniones entre la población local, pero la mayoría de ella entiende el problema, ayuda o, al menos, no difunde información falsa sobre ellos». Vanja, desde Banja Luka, lleva ayudando y trabajando en estos temas desde hace años y su experiencia y reconocimiento es muy amplio. «Los migrantes no son enemigos, no son malos, no van a conquistar toda Europa. Los verdaderos problemas los crean los políticos , asevera.

Un grupo de hombres haciendo cola el invierno de 2020. Fotografía: Vanja Stokić
En esta problemática cada uno ayuda como puede: «A veces hacemos viajes por carretera llevando comida, ropa y medicamentos a los campos de refugiados. También ha ocurrido que, de tanto volumen de donaciones recibidas, hemos tenido que alquilar una furgoneta» señala Vanja destacando la solidaridad del pueblo. Azra destaca que hay «maravillosos ejemplos autoiniciados u organizados» en la ayuda a los refugiados. «Hay muchos casos en Bosnia en los que las personas han recibido a uno o más migrantes en sus hogares y los cuidan mientras están en el país. En cuanto a mí, personalmente, ayudo de 50 a 100 personas al día con todo lo que necesitan y, sobre todo, con la comida. Muchos de ellos duermen en cuclillas y no tienen para comer». La ayuda no procede sólo de personas que viven en Bosnia, y llega desde diferentes partes del mundo. «El dinero para ellos me lo envían mis amigos de Facebook. No conozco personalmente a la mayoría de estos donantes. Todos envían tanto como pueden, a veces son diez euros, a veces mil. En un par de ocasiones, tuve grandes donaciones de Austria, Italia y Turquía. Nuestra gente que vive en los países de la Unión Europea a menudo me ayuda. Recogen el dinero y me lo envían», destaca Azra.
«La clase política espera que este y muchos otros problemas desaparezcan mágicamente»
Vanja Stokić
La política en Bosnia y Herzegovina está desmembrada. Existen, al menos, tres versiones para casi todo, dependiendo de la religión (islam, ortodoxa o católica) o de la procedencia (bosnia, serbia o croata). Los acérrimos de cada grupo defiende sus intereses en cualquier aspecto, y la política no es ajena a ello. A pesar de que cada vez nuevas generaciones van limando esas asperezas heredadas del conflicto armado y mitigan esas distinciones, algunos grupos políticos se empecinan en mantenerlas. Tampoco hay planes sólidos por parte del gobierno para paliar la crisis migratoria. «Nuestro gobierno es impotente o desinteresado. La situación política en Bosnia es muy complicada y quieren usar todas las situaciones a su favor político en el poder para sumar puntos. La oposición es especialmente feroz en eso. Reaccionan solo cuando pueden dañar a sus oponentes y, de lo contrario, no están interesados. Había algunas propuestas que, de aprobarse, conducirían a terribles violaciones de los derechos humanos. Y de esta manera están privando totalmente de sus derechos a los migrantes» explica Azra. Vanja es incluso más clara: «La clase política no es capaz de tener en cuenta y cuidar correctamente a la población bosnia, así que menos todavía lo van a hacer con los migrantes. Ellos esperan que este y muchos otros problemas desaparezcan mágicamente». Tampoco se responsabilizan de diferentes desgracias, como agresiones a los migrantes o incluso la muerte de algunos de ellos.
Refugiarse en los campamentos
La espera en este lado de la frontera no es fácil. Hace mucho frío en invierno, y las condiciones para permanecer un tiempo largo no son buenas. Azra, incluso evita llamarlo campamento. «To nisu kampovi, to su logori», me explica, haciendo notar que hay cierta represión. «Las condiciones son terribles, durante mucho tiempo no hubo agua ni luz y todavía en algunos campamentos, como en Lipa, la situación es mala. Hay dos campamentos en Sarajevo, en uno hay familias y menores que viajan solos, en el otro hay hombres que están solos». En ocasiones resulta complicado acceder a ellos y ver las condiciones reales de algunos. «A los voluntarios no se nos permite ingresar a ellos y la mayoría de los periodistas no tienen acceso. A la hora de distribuir alimentos, a menudo tenía problemas con la policía y me prohibían acercarme al campamento. Me detuvieron en la calle, registraron el coche». La relación entre los agentes de seguridad y los migrantes tampoco es buena siempre. «Los agentes de seguridad contratados por la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), junto con la policía, acosan y golpean a los migrantes en los campamentos sin motivo alguno. La OIM generalmente no reacciona, excepto cuando un caso de este tipo se hace público y, bajo presión de los voluntarios, reaccionan», sentencia. La seguridad privada del campamento está presente en todo momento durante las visitas, no deja acceder a todas las partes y aunque preguntes mucho, contestan que «todo va bien», se lamenta en este caso Vanja.
Situación del campo de Lipa en diciembre de 2020. Fotografías: Vanja Stokić
En la actualidad se estiman unos 10.000 migrantes refugiados en Bosnia, de los cuales al menos 3000 viven sin refugio. El invierno pasado esta cifra aumentó, más concretamente el 23 de diciembre. Un incendió asoló las instalaciones del campo de Lipa. Se acusó a los propios migrantes de iniciar el fuego y hacerlo a propósito, directamente desde la cúpula de la OIM. Esto supuso que, al menos, 1300 personas quedaran al raso, en uno de los países y entornos más fríos de Europa, donde abundan las nevadas. «El invierno fue muy duro, y fue muy peligroso estar allí durante estos meses», señala Vanja. La vida diaria se trasladó inevitablemente al exterior, «los niños nadaban en el río, y se bañaban con agua fría en la nieve. Muchos tienen escabiosis porque no tienen dónde bañarse o lavar la ropa. Falta la comida porque también es escasa». También se reconoció públicamente y a nivel gubernamental, incluso antes del incendio, que el campamento no estaba preparado ni habilitado para el duro invierno de la zona.
«El invierno fue muy duro, y fue muy peligroso estar allí durante estos meses»
Vanja Stokić
«Personalmente, estaba muy asustada al comienzo del invierno y mis miedos se hicieron realidad», confiesa Azra. «Lamentablemente, muchos aprovecharon esta terrible situación para promocionarse, desde algunos parlamentarios europeos hasta algunos grupos de países europeos que se pusieron bajo el manto de la humanidad y llevaron y compartieron a migrantes cosas que no les benefician. Cada día venían diferentes personas con diferentes intereses, su objetivo no era ayudar a los migrantes sino aprovechar esta situación para ellos mismos o los intereses de su grupo de donde provienen».
Unión Europea e IOM, en el punto de mira
Según datos recogidos por BBC, la Unión Europea facilitó a las autoridades bosnias 60 millones de euros para gestionar y solucionar la crisis. Además, amplió esta asignación económica en 25 millones de euros más. Sin embargo, los problemas no sólo no han sido resueltos, sino que empeoran.
«La Comisión Europea tiene una historia y lo que están haciendo es otra muy distinta», comenta Azra. «Quieren echar la culpa de la situación de los inmigrantes en Bosnia a Bosnia. Enviaron una OIM que no está allí para ayudar a los migrantes, sino para evitar que ingresen a Europa de cualquier manera posible. También están armando a la policía en Bosnia y Croacia. Compran equipos de última generación para monitorear el movimiento en la frontera, salvo palabras, no hacen nada para evitar el monstruoso acoso a los migrantes en la frontera, que es cotidiano. El acoso sexual de mujeres y hombres es diario, frente a todo el grupo. El abuso de ellos y de los niños se volvió normal. La Comisión Europea sabe todo esto muy bien, pero aparte de decir que están horrorizados por ello, no están haciendo nada concreto más que fortalecer las estructuras policiales».
Vanja coincide, siendo más escueta: «están bloqueando y conteniendo a los migrantes. La situación es muy difícil y su tarea consiste en mantenerlos fuera de las fronteras de la UE».
Campo adyacente a Lipa en el bosque. Octubre de 2020. Fotografía: Vanja Stokić
La voz del migrante
Muhammad es un hombre joven que ha participado en The Game, y aunque su historia terminó bien, no es algo que suceda con demasiada frecuencia. Viajó desde Karachi, Pakistán, a España a través de un largo y duro camino. «No podía vivir en Pakistán porque tenía muchos problemas económicos allí, el empleo es un gran problema en el país y los salarios son extremadamente bajos. Así que apliqué para una visa con destino Turquía, y desde allí fui a Bosnia».
Este camino está habitualmente marcado por la soledad y la habitual carencia de transportes a pesar de recorrer distancias enormes. Además destaca la oportunidad que representa Europa para muchísima gente. «No utilicé ningún medio de transporte para llegar a Bosnia desde Turquía, simplemente caminé. Europa es una oportunidad porque es posible conseguir papeles y trabajar, y la gente es muy buena. En Bosnia, sin embargo, esto no es nada fácil, pero aun así la gente es también muy considerada», dice Muhammad.
«Esperé seis meses para cruzar la frontera, y cuando la policía croata nos alcanzó, nos golpearon y nos quitaron la ropa»
Muhammad
Los destinos de los migrantes dentro de Europa suelen variar, y atienden a criterios de empleo o de conocidos ya establecidos en el país. «Vine a la localidad donde resido en España porque tengo amigos aquí y están en una buena situación». Sin embargo, la dificultad para llegar a este punto es enorme. «Fui caminando de Bosnia a Italia, y de Italia a España en tren. Crucé las fronteras por mí mismo. Viví en Bosnia nueve meses, uno de ellos en Sarajevo y ocho en los campos de Bihać». Comparte opinión con Vanja y Azra, pero siempre desde una postura muy humilde y de gratitud hacia cualquier gesto «Los campos no estaban bien allí. Además se incendiaron y pasamos el invierno en la nieve. Viajar de Bosnia a España no fue fácil. Pasamos muchas noches en el bosque, sin agua, sin comida. Pero la gente de Bosnia es muy amable y nos cuidaron y ayudaron mucho». Precisamente en el bosque, entre Bosnia y Croacia, se reportan algunos de los peores episodios «Esperé seis meses para cruzar la frontera, y cuando la policía croata nos alcanzó, nos golpearon y nos quitaron la ropa. Rompieron más de un hueso. La policía bosnia fue buena con nosotros», continúa agradeciendo.

Refugio en Lipa. Diciembre 2020. Fotografía: Vanja Stokić
Bien por miedo a hablar o por tener una extrema gratitud hacia cualquier muestra de ayuda, Muhammad no tiene palabras duras hacia la IOM, «prestaron muchos cuidados y apoyo con los migrantes. Y cuando el campo se incendió, la población local se volcó con nosotros». También encuentra algo de luz en todo este viaje, cuando recordamos alguna experiencia positiva: «Sí, he hecho muchos amigos que no se olvidarán, y aquí hay muy buenas personas. Mi mensaje y deseo es que la gente de Bosnia continúe ayudando a los migrantes en este camino, y que mis oraciones estarán siempre con aquellos que me ayudaron de alguna forma», concluye emocionado.
Problemática social: inseguridad
Desde diferentes esferas se señala que la llegada de los migrantes ha generado una ola de inseguridad y miedo para una parte de la población. El miedo ante posibles hurtos, robos y aumento de actividades delictivas pone en jaque a aquellos que ofrecen cobertura humanitaria a aquellos que la necesitan durante su estancia en Bosnia. Hay diversidad de opiniones, pero en general, la sociedad se muestra tolerante y colaboradora. Sin embargo, no podemos ignorar que ha habido algunos problemas.
«La verdad es que también se han dado casos graves entre los migrantes», asume Azra. «Pero pongámonos en su situación. Muchos han vendido todo lo que tenían para emprender este viaje, muchos han tomado prestadas sus esperanzas y llegarán a donde pretendían. Muchos no tienen adónde regresar. Su viaje es demasiado largo. En el camino, sufrieron diversas humillaciones, desde la policía, que en su mayoría les robaba y les quitaba todos sus bienes precarios, hasta varios delincuentes». Tiene una larga experiencia ayudando a los migrantes, por lo que conoce infinidad de situaciones diferentes. «Desde hace cuatro años, he estado observando a estas personas que llegaron con la esperanza de que lo lograrán, cómo se convierten en zombis. Observando a individuos conscientes de que no tienen nada más que perder porque han sido humillados, golpeados, robados, engañados y convirtiéndose en malos para poder sobrevivir. Y solo necesito una sonrisa amistosa y una conversación, para hacerte sentir como un ser humano de nuevo. Sé que el pueblo bosnio quiere ayudar».
Vanja Stokić con dos amigos, migrantes de Pakistán e India, en Lipa.
Según Azra y Vanja, los medios de comunicación juegan un papel esencial en la opinión pública, y como todo en Bosnia, la información está tremendamente sesgada. Sin embargo, también han trascendido noticias positivas, como cuando un joven migrante salvó la vida a una mujer que estuvo a punto de morir ahogada en el río, en Velika Kladuša.
«Algunos medios de comunicación hacen mucho daño, y que en Bosnia no son siempre independientes. Difunden muchas mentiras e información no verificada y la gente comienza a asustarse cuando leen cosas horribles imaginarias todos los días. Fui testigo de mucha información falsa, donde los medios informaron falsedades y yo estuve presente y sé lo que pasó. Mi pueblo bosnio es bueno y espero que continúen ayudando a estos desafortunados con la misma intensidad», asevera Azra.
«Es cierto que ha habido problemas, pero en este año 2021 no los está habiendo como en años anteriores», nos comentan desde la Cruz Roja de la República Srpska, «ayudamos a los migrantes con primeros auxilios, comida, ropa y elementos de primera necesidad. La situación en este sentido no es mala actualmente».
«Personalmente, opino que las migraciones son naturales cuando alguien está escapando de una situación precaria. Y aquí en Bosnia lo hicimos hace 25 años»
Ana, Tuzla.
También escuchamos a personas de diferentes lugares, que reflejan el sentir de la sociedad: Esma una joven de Sarajevo, admite haber recibido información negativa. «He oído acerca de diversos ataques a gente local, y algunos de ellos ahora cierran con llave sus casas cuando antes no lo hacían por si acaso sucede algo malo». Para Milića, de Banja Luka, es algo más general: «Sé que hay migrantes que causan problemas, pero solo unos pocos de ellos. Los demás son amigables y tan sólo están buscando vivir su vida». Lidija colaboradora de la Cruz Roja en Pale, comenta que «algunos de ellos están creando problemas, pero por supuesto es una minoría». Ana, de Tuzla, señala que es un tema que no está tan presente en los medios como anteriormente. «Conozco opiniones de todo tipo, la gente a veces está dividida y puedes escuchar personas radicalmente en contra de ellos. Personalmente, opino que las migraciones son naturales cuando alguien está escapando de una situación precaria. Y aquí en Bosnia lo hicimos hace 25 años». También admite que la migración abre la puerta a aquellas personas que realmente sí quieren hacer daño: «se utiliza como excusa y crea problemas para los migrantes que sólo buscan una vida mejor. Unos pocos se aprovechan para delinquir y culpar a los migrantes. La gente que hace el mal no viene determinado por su etnia o nacionalidad», relata. Lejla también desde Tuzla, señala que la opinión popular «es que mucha gente se asusta de ellos, algunos de ellos son impredecibles y ha habido problemas. Bosnia es un país con escasos recursos, no podemos hacer mucho, pero conozco gente que les deja entrar en casa a darse una ducha, cargar el móvil, etc. Pero esto es mucho más profundo. Pobres almas, muchos duermen detrás de la estación de autobuses casi en cada ciudad».
A pesar de los problemas que genera la situación, Azra reflexiona sobre ello: «vivo con ellos todos los días, vivo sus vidas, lloro con ellos, vendo sus heridas, curo como sé y puedo, hablo con su familia, los busco cuando desaparecen, trato de explicarle a su familia de la manera más indolora que todo estará bien, y sé que no lo hará». La gestión de todas estas emociones es difícil, y como confirma ella misma, «Lamentablemente, muchos han perdido la vida en circunstancias inexplicables. Sus cuerpos están en algún lugar y nadie da información de dónde. La policía los golpea y roba sin efecto ni reacción. Estos chicos me enseñan todos los días los valores de la vida, las cosas hermosas que nos olvidamos y que muestran si eres humano o no».